La verdad es que esta palabra, tal cual, no la había oído nunca, pero ayer, mi amigo JKV, hablando un poco de todo, me la regaló, y a partir de ese momento, la hago también un poco mía, además, creo que da para un post experiencial potente y catártico.
En la vida, creo que hay dos tipos de personas:
Los DISFRUTONES, así, con mayúsculas, esos que con cualquier cosa se conforman y son felices, esos que unos huevos fritos con patatas y requemo están contentos, esos que vacaciones es estar en calma con la gente que quieren y con cambiar de actividad les vale, esos para los que los lunes son buenos días, esos que los problemas los asumen con humildad y en silencio, sin venderlo a los demás por puro egoísmo y vanidad.
Luego estamos los otros, los disfrutones con minúscula, los ansiosos, los quejosos, los que no nos conformamos con una cena normal, los que metemos al cuerpo cosas que nos hacen mal por puro placer, los que damos solo para recibir, los que ponemos en el centro a nosotros y fuera del círculo a los demás para todo o que hacemos o pensamos, pero que vendemos una imagen de normalidad. VIVIMOS EN ANSIA VIVA!! ¿les suena?
Cambiar minúscula por mayúscula es una guerra que dura toda la vida, en ello estamos. Cambiar la minúscula por mayúscula es un camino duro, estrecho y pedregoso, pero hay una buena noticia, todos tenemos la opción de elegir, así que elijamos cuando todavía tengamos tiempo para pedir perdón a todos aquellos a los que hicimos daño, aunque solo sea dando ejemplo.
Somos lo que hacemos, no somos lo que decimos.
Salmo 106, 14-15
Su apetito era insaciable en el desierto y tentaron a Dios en la estepa. Él les concedió lo que pedían, pero les envió un cólico por su gula.