Un día, y con 38 años, decidí que quería aprender a pilotar de verdad, me gasté muuuucho dinero, pero al final y como me dijo Emilio de Villota: -Ángel, el oficio lo tienes. Yo sé que se calló la otra parte que era: – Ángel, con la edad que tienes, esto es a lo más que vas a llegar. Era una forma dulce de decirme, has llegado hasta aquí, quédate con ello, que ya es bastante. Es decir, a veces, y por mucho que duela, hemos de reconocer nuestros límites naturales, ya que nos impiden avanzar tal y como nos gustaría y hasta dónde nos gustaría, pero bueno, como él me digo, «el oficio lo tienes» y me quedo con eso.
Uno de los días en los que hacía test, y como ven en la foto, en esa búsqueda por encontrar nuevos límites, cometí un error, además, me llevé un buen susto, pero lo peor de todo es que paré la tanda de test de todos mis compañeros al quedarme colgado del fondo plano en uno de los pianos del circuito; a esto, le uno la humillación de que todos mis compañeros pasaban por allí y yo me sentía avergonzado, puesto que un día de test se compone de 6 tandas, y cuesta 2.000€, así que ya no solo era que había impedido que siguieran rodando, sino que parte de su dinero, también lo había robado con mi error.
En esto, vi llegar a Emilio de Villota en su Smart, se bajó, puesto que nosotros no podemos bajarnos del monoplaza cuando sucede algo así, y se acercó a mí, me levanté la visera del casco y me digo:
– ¿Estás bien?.
– Si, si, (le dije yo).
Y esto es lo más sorprendente y que no olvidaré nunca, me dice:
– Ángel, ¿sabes por qué te ha pasado?
A lo que le contesté:
– No, la verdad es que no sé muy bien.
Y me digo:
– Piénsalo, es lo más importante de todo el día, que sepas por qué te ha pasado.
De momento no lo di importancia, sobre todo porque estaba cabreado y avergonzado por la que había liado, luego y dando vueltas a la maniobra, visualicé que pisé el freno con la dirección ligeramente girada antes de atacar una curva, algo que no se debe de hacer nunca, ya que con la potencia de freno de un fórmula y por las leyes físicas, algo así siempre te lleva a un error y la consiguiente salida de pista.
Dicho esto, lo realmente importante de este post, fue que él, como buen maestro, se enfocó en que yo aprendiera por qué me había pasado y no qué me había pasado. Sobra decir, que nunca más he vuelto a pisar el freno a fondo de un coche en carretera o en un circuito sin que estuviera la dirección completamente recta. Estaré eternamente agradecido a todo lo que aprendí de bondad y generosidad de Emilio de Villota y de su equipo, así que, GRACIAS MAESTRO.
De los errores se aprende, y los maestros tenemos que orientar nuestra experiencia ahí para que no se vuelvan a cometer. En consultoría, se denomina “SISTEMA DEFECTO CERO”.
Buen día a tod@s
Jeremias, 49
A Edom así dice el Señor Todopoderoso: ¿Ya no queda sabiduría en Temán?, ¿ya no dan consejos sus maestros?, ¿ya se ha puesto rancia su sabiduría?.