En 2010, si lo recuerda, en la calle y en los medios de comunicación se hablaba de la crisis financiera, de las preferentes, de salvar a la banca, etc.. El abuso del sector financiero hacia sus clientes había estallado. La barra libre del “dinero para todos” terminó.
En aquellos días, Leopoldo Abadía, conferenciante y hombre sabio, estuvo en Segovia dando una conferencia a la que yo asistí, y en ella, analizaba todo lo que pasaba en la sociedad en relación a la economía. Me gustó de él una cosa especialmente, hablaba normal, y yo personalmente entendía lo que decía, y no como a muchas personas que en 10 palabras “te meten” 5 anglicismos y 5 tecnicismos, que lo único que consiguen es alejarte de lo que venden porque no has entendido nada.
En su charla nos dijo una cosa sobre la relación con los bancos, pero esto que dijo, yo creo que es igualmente extensible a cualquier tipo de producto o servicio que compremos:
Si lo que vais a comprar no lo entendéis, no lo compréis, porque si lo hacéis ellos serán unos golfos, pero vosotros seréis unos idiotas.
En este caso, hacía alusión a lo farragoso que llegan a ser son los productos bancarios, pero claro, cuando estamos sometidos a presión o tenemos el nivel de ansiedad por encima de los límites normales, puede que ese estado de ánimo, nos lleve a tener una ceguera mental transitoria que nos haga tomar una mala decisión. Creo que cuando el deseo de compra, es superior a la necesidad real y objetiva, es un momento ideal para “meter la pata”, y hablo de cualquier cosa: comida, ropa, coche, productos financieros, etc..
Dice San Agustín en su libro “Confesiones”: – Toma la comida como medicina.
Esto, lo podemos llevar a todo lo demás, ¿qué necesitamos?, pues eso busquemos y compremos, y no ¿qué queremos?, esa pregunta nos lleva a tomar decisiones que nos generarán dolor. A mí, comprar en estado de ansiedad, me ha costado siempre mucho dinero.
Les dejo una frase que en su día me dijo D. Tomás Pascual:
Ángel, “Compra con desidia y vende con entusiasmo”.