Como siempre, escribo para leerme, y si con mi falta de vergüenza y consciencia ayudo a otros, entonces habrá merecido la pena el esfuerzo.

Quiero y voy a hablar de las diferencias que he encontrado a lo largo de mi vida profesional y que hoy, en pleno siglo XXI, sigo viendo en las entrevistas que hago, y no solo entrevistas para puestos de vendedores.

En las entrevistas, de los perfiles válidos, hay dos categorías, la primera es a la que pertenecen el 95% de los humanos, preparados, y enseñados a triunfar a través de los éxitos propios hasta nivel «enfermo», es como dijo Cristiano Ronaldo:

-Yo he estado nivel 10, aunque el equipo estuvo nivel 9. -Con esto digo todo.

Por cierto, ¡este perfil está realmente bien eh!, quiero decir con esto que detectar estos perfiles ya es una garantía de crecimiento, puesto que el ego de estos vendedores y vendedoras harán que la empresa sea competitiva, un poco ansiosa, pero competitiva, un poco riesgosa, pero competitiva, un poco fluctuante de vendedores, pero competitiva. La segunda categoría que me encuentro en las entrevistas, es esa, en la que aparece otro tipo de vendedor, es como un loro sin plumaje, poco vistoso, poco hablador, no necesita del reconocimiento de otros, pero sus números cantan, su trayectoria es sólida, pero en un momento de la vida, se han quedado fuera del círculo laboral, son los que yo denomino “Mirlos Blancos”.

Son los nº 1, aquellos que quieren trabajar en una empresa, pero no solo por dinero, sino porque encuentran en el proyecto un lugar donde desarrollar su talento, son los nº 1, aquellos que no tienen vanidad o ego y no necesitan la palmada, son los nº 1, aquellos que cuando se van, en la empresa lloran hasta las paredes son los nº 1.

Este es el camino que ansío encontrar, el de la verdadera humildad, el de la humillación, el de la servidumbre sincera, el de aprender a vivir la apretura. Es mi mayor reto, mi único reto.