Un día llegas a una empresa a dar formación, y ves a un grupo de comerciales, en el grupo, como en todos los colectivos, ves al zorro, al golfo, al presumido, al alto y al bajo, pero al fondo de la oficina, que es de lo que versa este post, ves, de manera discreta, a un tipo que parece un tanto despistado, que escucha más que habla, que observa, que es prudente, que es educado, que es respetuoso, alguien al que muy pocos hubieran cogido en una selección de talentos, ahí está Emiliano, un buen tipo y mejor vendedor.

Hoy quiero hablar de esos vendedores, esos que no presumen, esos que son siempre generosos y están siempre dispuestos a ayudar a los demás, estos vendedores son un bien muy escaso, y por ello, también se merecen el reconocimiento de todos aquellos que estamos buscando entre la paja, el grano bueno y sano.

En mi tercer libro, “La fórmula del destino” hablaba de los Tontos Constantes y de los Genios sin premio, como se imaginarán, la vida es de los primeros, puesto que los segundos, estamos todo el día nadando en nuestro ego, vanidad, soberbia y demás defectos de carácter. Así que, vaya mi respeto y admiración para todos esos seres especiales y trabajadores, como: Yolanda, Cuco, Emiliano, Miguel, Olga, Cristina, Elody, Beatriz, M Carmen, Antonio, Pablo, etc.. (ellos saben), y así una larga lista de nombres de personas discretas que, sin buscarlo, se convierten en “Emilianos”, camuflados en un abrigo invisible de humildad.

Buen día.