Tenemos que acostumbrarnos a pensar que los clientes siempre están ocupados, la pregunta o preguntas serían: ¿quién les ocupa?, ¿quién o quiénes captan su atención? ¿cómo captan su atención?, y la más importante: ¿cómo trabajan su atención?.
Si te das cuenta, a lo largo del día, vas a estar sometido a miles de impactos, ya sean a través de medios físicos, digitales o experienciales; esos impactos, producirán en ti unas emociones u otras y a partir de ahí, tu actuarás de una manera o de otra. Sin darnos cuenta, somos peces de una red muy tupida, y de los que muy pocos escapan, ni siquiera los que viven en zonas rurales, porque si hay internet, ya estás en la red de redes.
Siendo conscientes de esta realidad, cada oportunidad que tenemos para impactar es como echar la red al mar de las oportunidades, y luego depende de como tiremos de la red, sacaremos más o menos peces. Ahí empieza nuestro trabajo de vendedores.
Escuchar, calibrar, empatizar, y bailar son los pasos que nos llevan a construir una relación nueva, en la vida y en los negocios, pero claro, si no escuchamos, si no calibramos (raport), sino sentimos el dolor ajeno, es imposible que el baile salga bien. El exceso de información y la falta de calma son dos de las causas que hacen que este proceso no se haga con la eficacia que se necesita, además, cada uno de estos momentos, son “MOMENTOS QUE NO VUELVEN”.
Los clientes, estén en la fase que estén en el embudo de ventas, siempre son susceptibles de ser vendidos, pero ojo, a veces, confundimos vender con monetizar, y aquí viene lo bueno, vender es captar su atención y ganarnos su confianza y la venta es una consecuencia de lo anterior.
Ni en los zapatos ni en las ventas, los calzadores ayudan.
Buen día