Hoy escribo sobre los mayores, nuestros mayores, sí, esa edad a la que casi todos llegaremos. Ayer, felicitando el año a la gente más próxima, aparecía la figura de los padres en las casas, aunque era más predominante la figura de la madre, esa persona que siempre, pase lo que pase, está ahí, como María cuando veía a su hijo ir al Monte Calvario, humillado, degradado, soportando el peso de la cruz física, mental y moral, así son las madres.
Me quedo en superficie hoy, y por ello, mi homenaje a esas personas mayores, sean o no padres o madres, pero mayores todos, y por lo tanto, “INSERVIBLES” para una sociedad hábida de personas productivas que alimenten nuestro caro sistema. No soy antropólogo, pero no estoy seguro si en otras culturas y países, la figura del anciano es más respetada y venerada que en las llamadas “SOCIEDADES AVANZADAS”.
Llegan las enfermedades, las carencias, y su teléfono no suena, su casa está vacía, sin apenas ruidos, ya no nos hacen falta, somos “AUTOSUFICIENTES”, ponemos delante de ellos excusas tan peregrinas, como: tengo mucho trabajo, con el lio que tenemos en casa Mamá, no tengo mucho tiempo para ir a verte etc… Entre tanto, los locales de fiestas, las pistas de paddle, los senderos de las montañas, los bares, están a tope de gente sin tiempo para nuestros mayores.
Total, ¿para qué sirven los mayores?
¿Para recordarnos de dónde venimos?, ¿quiénes somos? y ¿quiénes queremos ser?, es un buen test, según les tratamos a ellos, así nos tratamos a nosotros mismos, porque máscaras las hay de mil formas y colores, lo sé porque las fabrico a diario, pero todos sabemos en el fondo de nuestra alma lo que hacemos o no hacemos por puro egoísmo, dejadez, o acedía. Huimos del dolor, pero es una falsa protección, es como una cabaña en la montaña sin techo, tarde o temprano vendrá la nieve y el frio, y entonces, veremos lo que hemos perdido. Más protegidos que con nuestros progenitores no estaremos en ningún sitio, creo que esto lo saben quienes han perdido a alguno de ellos o a los dos, porque, aunque no estén, todavía siguen hablando con ellos, desde casa, en el cementerio o desde cualquier lugar en el que necesitas esa “SEGURIDAD” ese “CALOR” del “INSERVIBLE E INVISIBLE”.
Ellos son hoy, mañana seremos nosotros. El que a hierro mata a hierro muere. Además, nadie es perfecto. Mi propio padre, no siendo perfecto, ni mucho menos, hizo lo posible por protegernos, a su manera, pero lo hizo, el resto son ya recursos de niño inmaduro para no asumir nuestras/mi responsabilidad. Y si todavía no le ha quedado claro y se siente maltratado por sus mayores, recuerde que todos somos víctimas de víctimas, y en algún momento tenemos que terminar con ese círculo vicioso, pues que sea hoy mejor que mañana.
Buen año a todos, especialmente y valgan estas letras para los maltratados, inservibles e invisibles mayores.
Escribo para recordarme lo que es correcto, yo también soy del grupo de los «EGOISTAS».