Quiero y tengo que decir sin ánimo de presumir y tampoco sin vergüenza alguna a lo acontecido, que antes del 23 de abril del 2018, yo no solo no tenía una vida cristina, sino que criticaba a quienes la tenían, incluyendo en el grupo a mi misma madre, diciéndola:

  • – Pero Mamá: ¿qué te van a solucionar «estos»?.

Mi paso tortuoso por caminos de poca luz, hizo que un día viera en «El Señor» la única salida a mi problema, el olvidado, el menospreciado, pero yo sabía que él era la fuerza de mi fuerza, en el fondo y ya sin orgullo alguno, yo sabía que me ayudaría, como tantas veces había hecho en otras ocasiones, así que recurrí a la fuente de las fuentes, y allí estaba, una vez más, allí esperaba, sin pedir nada sin recriminar nada.

Soy de los que me he vuelto a encontrar con un Jesús vivo, pero ha sido en el dolor, no supe hacerlo de otro modo, así que, si este testimonio sirve para algunos, que en estos días viven y sufren el dolor de perder familiares o amigos, que viven y sufren por sus empresa, empleados o trabajo, que busquen fuerza a quién se la puede dar de verdad.

“Pidan, y se les dará; busquen, y encontrarán; llamen, y se les abrirá. Porque todo el que pide, recibe; el que busca, encuentra; y al que llama, se le abre.”

(Del Evangelio según San Mateo, capítulo 7, versículos del 7 al 8).