Estos días, y según nos acercamos a las Fiestas de San Fermín, estamos escuchando y viendo en diferentes medios de comunicación la falta de personal que existe en el sector hostelero a nivel general, pero muy en particular en una de las fiestas más populares e internacionales de nuestro país, «LOS SANFERMINES», ¿problema?, no hay camareros, al menos eso es lo que dicen, !ay madre!, ¿qué no hay camareros?, !QUÉ GOLFOS SOIS ALGUNOS!.

Hace 30 años, yo tuve la inmensa fortuna de poder trabajar en «El Mesón de Cándido» de Segovia, y desde luego que fue algo increible en todos los aspectos, puesto que, aunque yo estaba en el departamento de contabilidad por las mañanas, durante los servicios, o sea, cuando llegaban los clientes, es cuando más aprendía, mientras me dedicaba a realizar las facturas de los comensales, yo podía ver la organización de una gran empresa engrasada a la perfección, además de poder comprobar la ilusión con la que llegaban los comensales al entrar en un Museo-Mesón. Se quedaban alucinados cuando al entrar y veían cientos de fotos con mucha historia, luego, al deleitarse con una comida exquisita, seguía la experiencia, y todo esto lo acompañaba un fantástico servicio, ¿qué más se podría pedir?. Por cierto, hoy en día ir al Mesón de Cándido, sigue siendo una «Experiencia única e inigualable».

Antes y después de los servicios, aún me acuerdo de las historias que contaban Gabino, Amando, Julio, etc.. eran los mayores, los que más tiempo llevaban trabajando con el hostelero segoviano, eran ellos los que me relataban las habilidades que tuvo este hombre para motivar e incentivar el trabajo de sus empleados a mediados del siglo XX.

La inmensa mayoría de los camareros de «El Mesón de Cándido» pudieron comprarse su casa propia, y algunos, los más ahorradores, llegaron a comprarse más de una, y todo ello gracias a su esfuerzo, pero también gracias a un empresario que tenía más inteligencia que formación, algo que a veces se sobrevalora, sobre todo en unos días en los que parece que los que pagan master de 30.000€ lo saben todo, pero no saben dar soluciones a problemas que se resuelven tan solo con «SENTIDO COMÚN».

¿Queréis tener buenos equipos?, pues pagar, repartir, incentivar y cuidar a vuestra gente, si no lo hacéis, lo que sucerderá es que vuestros días estarán contados como empresario, y en el mejor de los casos, os recordarán como unos empresario miserables explotarores. Soy de los que cree que lo que hacemos aquí no pasa inadvertido a ojos de Dios, creo en LA JUSTICIA DIVINA, no ve averguenza reconocerlo, porque yo soy de los que está pagando todavía hoy facturas de mis errores del pasado, así que creo que pocos se escapamos. Si tratamos de aprovecharnos de otros, pensar solo en nosotros con intención de esquilmar o reirnos de los demás y de su talento, nos veremos muy pronto solos, enfermos o ambas dos.

El problema no es que no haya camareros, el problema es que algunos empresarios de hoy buscan crecer a base de pelotazos, buscan el negocio rápido sin saber tirar una caña de cerveza como Dios manda o hacer una tortilla como las que hacemos en casa, y así no me extraña que la gente no quiera trabajar 12 horas al día por 1.200€. Para todos esos empresarios, no les deseo más presten una pizca de atención a la historia que les estoy contando y que tienen nombre y apellido, Cándido López, «Mesonero Mayor de Castilla». Hoy en día su historia y su legado es una lección de inteligencia natural que mal no haría a muchos de los que hoy se quejan de la falta de camareros.

Gracias de nuevo a toda la Familia Cándido y a su nieto Alberto por facilitarme este foto.