Lo que vivimos hoy es fruto de la histeria colectiva, del egoísmo, de ese mirar hacia uno mismo y olvidarse de los demás, y no me refiero al COVID19, sino a la reacción de continentes, países, ciudades, comunidades y vecinos ante la pandemia.

Las situaciones imprevistas, son eso, imprevistas, pero nuestra actitud ante ellas es lo que determina el resultado de las mismas y casi seguro la gravedad de sus consecuencias. En tiempos de tormenta, no hagas mudanza dice un dicho castellano.

Seas vendedor o no, pongamos en el centro el otro, pongamos en el centro los intereses del otro, no es fácil, porque significa renunciar a la vanidad de las vanidades, pero lo he dicho y lo he escrito, la vida es de los «tontos constantes» y vuelvo a decir, a veces «mantener la tradición» es la mejor manera de innovar. La innovación abre caminos, pero la tradición purifica y consolida si son buenos caminos abiertos.

El vendedor que quiere vender todo ya, que quiere ganar todo ya, morirá antes de empezar vivir, porque se olvida de lo más importante, ser humano, vivir entre humanos. Los mejores vendedores que he conocido, mejor dicho, las empresas que conozco que funcionan bien a lo largo de los años, no son las más innovadoras, son las que más confianza me dan, y ¿qué es eso que me da la confianza? saber que hacen las cosas siempre pensando en mí, y que por encima de ellos estoy yo, eso es tranquilidad, eso es lo que quiero transmitir en este artículo.

Los negocios y las personas que tienen prisa por llegar al destino, sufrirán y mucho. Los que cuecen a fuego lento su guiso, tardarán más en llegar, pero les aseguro que llegarán y en mejores condiciones que los anteriores.

Prefiero a los Tontos Constantes, lo siento; los Genios, suelen terminar sin premio, eso sí que lo conozco.