Hay días y días. Unos corres y otros saldrías corriendo. Hablaré de los últimos, de esos días que no te haces con los mandos de la nave, ¿culpables? generalmente la vanidad propia, pero la tendencia es a pensar que son los otros los que te están jodiendo la vida.

Para mí, la humildad verdadera, es una de las cosas que más me cuesta. Para mí, es difícil mantener la calma cuando veo que el otro se va a equivocar y yo tengo ciertas “certezas” de que será así, y sin embargo, me cuesta mantener un estado de ánimo de paz. Sé, que le problema es mío, lo sé.

Mantener la calma en días de tormentas, tiene un valor tremendo. Cuando pierdo la calma, dejo de ver el largo plazo y miro solo el corto y mi autocomplacencia, error, lo sé. Por cierto, mis mayores errores los he cometido siempre en ese estado, y mis mayores aciertos siempre en el estado contrario. Lo sé, pero el bicho que llevo dentro hace que lo olvide rápido.

Este post es para todos aquellos y aquellas, que ante los momentos de dudas, nervios o incertidumbre, pierden la calma y el control. Decía una mujer de Ávila que escribía de cine, una frase, que aunque no lo crean, yo la entendí esta semana, así que se la dejo para que la guarden por si les sirve, a mí hoy me estar sirviendo y muuuuucho, en especial en este día, que hace dos años que me caí del burro y el Jefe me recogió y me volvió a subir en él:

Nada te turbe, nada te espante, todo se pasa,
Dios no se muda, la paciencia todo lo alcanza,
quien a Dios tiene nada le falta sólo Dios basta.

                                                                                                                                                                                            Santa Teresa de Jesús