Dos profesiones antiguas, dos profesiones que no tienen crisis, dos profesiones que me sirven para hablar del cuerpo y del alma, de dolor y placer.

Los que montan negocios de prostitución, saben que siempre hay personas con el alma enferma, dura, sola, y por ello, saben que siempre hay personas dispuestas a pagar por comprar la voluntad de otra persona para recibir eso que no son capaces de hacer sin dinero, sin humillar o sin utilizar.

Los que montan un negocio de otro tipo, quieren vender, vender más, a veces compulsivamente, porque los accionistas, socios o ambiciones personales, se ponen por encima del crecimiento orgánico, y por lo tanto, recurrirán a estrategias y personas que les hagan acelerar y llegar a esa meta lo antes posible, con o sin ética, con o sin respeto, solo vale llegar lo antes posible.

En uno y en otro caso, lo que se premia es lo de fuera, buscamos jugar a ser Dios. Someter y comprar voluntades es un mal negocio a medio y largo plazo. Lo digo por experiencia, esto, tampoco me lo han contado. En uno y en otro caso, el fin es el mismo, cárcel u hospital.

Me centraré en las ventas.

Hay productos o servicios que tienen un pase, pero hay otros que no hay por dónde cogerlos, pero “un vendedor artista” es capaz de poner en valor ese producto o servicio en el mercado. Cuando ese “vendedor artista” juega a eso, de una manera u otra, se está prostituyendo, porque sabiendo que el producto o servicio no aguanta por sí solo, con sus actos, hará que el cliente compre un sueño que nunca llegará a realizarse, ya que, en ese momento, él ya no estará en esa empresa, o no estará cerca de ese cliente. Esto, también es prostitución y los empresarios lo saben y se aprovechan de nuestra ambición destructiva y de nuestras necesidades, con lo cual, nos volvemos prostitutas-os y proxenetas unos y otros.

Yo sé que los vendedores podemos ganar más que la mayoría de las personas de clase media, pero también sé que lo podemos hacer siendo honestos y trabajando de forma ordenada. De nada sirve ganar mucho a costa de mentiras y engaños cuando al final dormimos con nosotros mismos, eso, nos termina enfermando. Además, cuando adquirimos esa forma de ser como habítual, es muy posible que nos la llevemos también a casa, y es probable que nos convirtamos en unos sociópatas.

Honestidad, honestidad y honestidad. Ya sé que cuesta mucho, pero estoy convencido de que cuando sometamos nuestra voluntad y deseos a los de Dios, encuentraremos la verdadera paz. !Juguemos a intentar ser Santos en esta vida!.