En esencia, el Santo Abandono, es alcanzar la libertad y la calma más profunda del alma, es doblegar la voluntad propia a la de un poder superior, en el caso de los cristianos, es hacerlo a Dios, y pensarán, ¿cómo se hace esto?, pues sencillo de entender y difícil de aplicar, pero intentaré dar un poco de luz.

Se entiende que hay dos voluntades, la escrita y la revelada. La escrita, es esa que viene en las normas, escritos de sabios y textos sagrados, que no son, ni más ni menos, que la voz de la sabiduría, y la revelada es la que se nos presenta delante de nosotros cada día y de la que tenemos que discriminar y elegir una u otra, “la que me apetece” o “la correcta”.

Cuando llegue a ese punto de evolución personal, les diré cómo me siento, ahora solo lo consigo en fugaces momentos en los que la calma vive en mí y yo en ella, en los que dejo que El Señor obre en mí, y es por lo que lucho cada día, pero les digo algo, vivir confiando en la Divina Providencia es lo mejor que me ha pasado en la vida, es tener la confianza de sentirme querido, aunque solo sea por unos instantes, es pensar y sentir que, pase lo que pase, todo responde a un plan de alguien que diseñó para nosotros, aunque esto no coincida con lo que “Queremos”.

Con este, “truño” para unos, y “pensamiento escrito” para otros, me despido hasta septiembre, ya que, esta semana, es de precierre de verano y de víspera de vacaciones.

Ahora toca descanso activo, cambiar de actividad, soñar, nadar, leer, sol, reflexionar y ¿luego?… seguir practicando el Santo Abandono, confiar, dejarnos hacer y estar con las orejas y los ojos bien abiertos para ver y entender con claridad cual es la voluntad superior que toca aceptar.

Todo está ya escrito, solo tenemos que aceptarlo según se produzca, entre otras cosas, porque no se puede hacer nada contra la Voluntad de Dios, y además, resistirse a los acontecimientos, es luchar contra uno mismo y jugar a ser Dios.

Ni tu ni yo hemos conseguido nada de lo que tenemos, ¿quién te dio la cabeza que tienes?. Si aceptamos lo bueno, toca aceptar lo que «entendemos» malo. Los planes de Dios, no son los nuestros.

Buen verano desde Venta Magullo, un buen lugar de Segovia.