Ponemos negocios, creemos que el mundo evoluciona, cambiamos de gusto constantemente, nos estudian, estudian nuestros comportamientos, y vienen a por nosotros como halcones sobre su presa.

¿Tenemos necesidad de lo que compramos?

En muchos casos no.

Siempre lo digo. Nadie compra lo que necesita, porque lo que es necesitar.. necesitamos poco, sin embargo, compramos mucho, en la mayoría de los casos muy por encima de nuestras necesidades y en algunas ocasiones, por encima de nuestras posibilidades. ¿hemos mejorado como raza? poco ¿somos mejores que hace 2.000 años?, ni mejores ni peores, iguales.

A raíz de esto, quiero escribir sobre el interés, el interés de la gente por las cosas que los marketinianos alimentan, creando ilusiones y expectativas que el mercado consume sin parar y de manera casi voraz.

¿Qué son las expectativas?

Son castillos que no existen, pero que si nos los dibujan de manera rápida y creativa, los podemos hacer nuestros con facilidad y enseguida nos vemos ya viviendo en ellos, sin reparar en que el castillo hay que limpiarlo, hay que mantenerlo, hay que calentarlo en invierno y enfriarlo en verano, hay que vestirlo etc etc etc, ¿Cuál es el precio del castillo? puede que sea bajo, pero la cruz que nos echamos encima cuando adquirimos el castillo, a veces tiene consecuencias no tan buenas como deseadas, y en ningún caso nunca vimos «los contras» cuando nos vendieron la «expectativa».

«La expectativa» es una planta que agarra bien en un tipo de tierra llamada «interés». El interés o se tiene o se crea a través del marketing.

Pero para nosotros como compradores, hay otro problema, tal vez el más grave, y es que si hoy queremos un castillo, mañana desearemos una casa de campo con un lago frente a él, y otra vez a empezar, nos volvemos a crear ilusiones, creyendo que otra casa nos hará más felices, nos hipotecamos y sigue la rueda, seguimos alimentando el sistema, porque el «interés» viajó, con lo cual, el mercado sabe lo que tiene que hacer: «mover el interés», porque aunque un producto tiene caducidad, el interés no.

Después de leer esto, parece que estarnos en una profesión un poco confusa, a veces poco humana, y yo me pregunto, y te pregunto ¿sería posible una venta ética?.

Si no en términos absolutos, si en términos relativos. Hay ventas que solucionan problemas y ventas que dan problemas. Vender un producto o servicio, en el que con tu trabajo ayudas a la gente a tener una vida mejor es lo más lícito, equilibrado y sano que se puede hacer para estar en una profesión tan exigente, además, cuando vendes aquello de lo que te enamoras, y además eres capaz de sentir el dolor ajeno, surge la magia, esa magia que te hace sentir que tu trabajo de cada día tiene sentido.

Un consejo

Como vendedor-empresario, no te metas en más gastos de los debidos, deja que tus ingresos te marquen tu vida y no tu estilo vida obligue a aumentar tus ingresos y que ello te obligue a vender cosas que no amas y vender a clientes que nunca te comprarían si les dijeras toda la verdad sobre tu producto.

La venta ética comienza cuando tú como vendedor-empresario tienes una vida en orden y necesitas poco para vivir (austeridad), en ese momento, se produce un magnífico equilibrio entre tu trabajo y tu vida, y finaliza el proceso cuando lo que vendes son soluciones a problemas de terceros sin dañarles su vida, a partir de aquí deja que sea el mercado el que te hable, y cuando lo haga respóndele.

Sé que es muy difícil conseguir una venta ética al 100%, pero escuchar al mercado, escuchar sus necesidades y enamorarte del producto o servicio que vendes para ayudar con él a la gente que te rodea, es factible y además sano, porque la ilusión que te genera el trabajo diario dará plenitud y equilibrio a tu vida.

Buena semana