Aguantar las situaciones incomodas es una de las cosas que el ser humano peor lleva. Además, con lo dopada que está la sociedad occidental, no es de estrañar que nos demos como locos a los antedresivos, ansiolíticos y estimulantes; los de la generación del 70 nada tenemos que ver con nos nacidos en los años 30 ó 40.

De esto quiero hablar, de aguantar, de esperar una vuelta más, de diferenciar deseo de necesidad, de crecer como consecuencia de hacer algo bien y no como búsqueda de resultados económicos solamente, de ayudar sin mirar a quién nos mira cuando ayudamos, de eso hablo, de eso que tanto me cuesta.

Levantarse por la mañana sabiendo y valorando que, ya por el hecho de ver un nuevo día, es un regalo, solo lo valoran los que están en una cama de un hospital o en situaciones similares.

O sea el plan es sencillo, agradecer todo lo bueno que tenemos, que es mucho en la mayoría de los casos, ayudar a los demás sin esperar nada a cambio, sería ya de nota, pero es que eso es vender, ayudar, eso es vender, alumbrar el camino a los que no ven, eso es vender, estar siempre dispuesto a echar una mano, especialmente en los malos momentos, pero claro, eso está solo reservado para unos pocos elegidos, que son lo que nos guían a los ciegos como yo.

Buen día